23 de agosto de 2013
Caprichos
Trabajando en los Caprichos
Comencé a trabajar en los Caprichos hace siete años, pero el sentido de maravilla,
excentricidad y humor asociado con el género ha cautivado mi mente por mucho
mas tiempo.
Queridos
y admirados maestros de otras épocas con gran visión e impecable oficio
dedicaron una considerable parte de su producción artística a crear caprichos,
capriccios, caprices, incluyendo a Tièpolo, Goya, Piranesi, Arcimboldo y
Jacques Callot. Todos ellos me intrigaron e inspiraron con sus imágenes fantásticas y su sagacidad.
En
mis propios trabajos construyo alegorías como imágenes únicas, pulidas, con
gran atención al diseño. Son modeladas, esculpidas y pintadas con gran esmero,
intentando capturar una “instantánea filosófica” a través de la fotografía. Las fotografías son finalmente impresas sobre papel de aguafuerte, de este modo
desdibujando aún mas los límites convencionales de las diferentes disciplinas artísticas.
A
medida que concibo, boceto y armo mis imagines, cobra forma un diálogo entre el
pasado y el presente. Rindo así un jovial homenaje a Duchamp (Rrose Sèlavy)
retratado como una bayoneta atravesando una pila de pinturas, o a Piero Manzoni
(Aparición…) transformado en un globo rojo gigante, lleno con el aire del
artista, entre otros.
Las
esculturas cobraron vida propia, convirtiéndose en protagonistas instantàneas
de cada composiciòn, a veces modificando la idea original simplemente con su
presencia.
Caramelos,
madera, hoja de oro, tierra, tela, ollín, bijouterie, porcelana, pintura al óleo y pochoclo son algunos de los materiales usados en la serie.
En
esta entrelazada y doble cornucopia de materiales e ideas es donde creo reside
la fuerza de los Caprichos, su centro, desde el cual se proyectan con
naturaleza lúdica y seducción las ilusiones que representan.
Jorge
Simes, 2013
JORGE SIMES AL ENCUENTRO DE LO
MARAVILLOSO
“Caprichos”, así denominó Jorge Simes a
una serie de obras complejas tanto por su realización como por su imagen porque
ellas están hechas mediante una combinación de procedimientos y además nos
refieren a puestas en escena donde “actúan”, a pesar de su tamaño, desde seres
insólitos hasta la presentación de naturalezas muertas., pasando por todos los
géneros de la pintura.
Teniendo en cuenta que Simes es un pintor de
notable sensibilidad ingenio y libertad, para mi estas obras son “pinturas”
presentadas como fotografias de escenografias pequeñas. Apollinaire sostuvo: “yo no temo al arte u no tengo ningún
prejuicio respecto a la materia de los pintores. Los mosaiquistas pintan con
mármoles o maderas de colores. Se ha mencionado a un pintor italiano que
pintaba con materias fecales; durante la Revolución Francesa
alguien pintó con sangre. Se puede pintar con lo que se quiera, con pipas, con
estampillas de correo, con tarjetas postales o naipes, con candelabros, con
trozos de hule, con cuellos duros, con papel de color, con periódicos.”
Más
allá de los procedimientos la pintura se caracteriza por plantear imágenes
complejas, al contrario de la escultura que tiende –salvo excepciones- al
totemismo. Pero la complejidad particular de las obras de Simes consiste además
en presentar ambos conceptos de imagen, en varias
ocasiones al dar lugar a monumentos ficticios “actuando” en escenarios
teatrales que se manifiestan como pictóricos a través paradójicamente de la
fotografía. Mejor dicho: el espectador de esta muestra presencia excelentes fotografías fantásticas de otras obras realizadas como maquetas.
En
síntesis, Jorge Simes compone y dirige la orquesta, es escenógrafo y utilero y
es el autor dramático. Más que obras debería hablarse en su caso de “óperas”
documentadas fotográficamente.
Es
decir, el concepto de “caprichos” que está implícito en las obras de Simes
atañe al hacer y a la imagen resultante. Según el diccionario la palabra capricho, luego de señalarla como “idea o propósito que uno forma, sin
razón fuera de las reglas ordinarias y
comunes”, especifica también otra definición especial para el campo
artístico: “obra de arte en que el
ingenio rompe la observancia de las reglas”.
Si
se tiene en cuenta que la violación de las reglas habituales del quehacer de
una imagen –en el caso de Simes su ejecución contempla las más diversas metodologías-
el concepto de “capricho” aquí trasciende a las “caprichosas” imágenes que nos
presenta. Estas, muy lúdicas, con planteos de los más diversos y con gran
sentido del humor, son fácilmente emparentables con el surrealismo. Pero debe
tenerse en cuenta que este movimiento
reivindicó en el siglo XX una tradición de siempre – la libre asociación de
imágenes- que Occidente había olvidado (salvo excepciones) desde hacía varios
siglos. Es así que, en el presente, es
una característica aunar todos los triunfos de la libertad creadora que les
debemos a las vanguardias de la última centuria combinándolas entre ellos y con
todos los procedimientos posibles, los que han sido, además enriquecidos por
las conquistas tecnológicas y la renovación conceptual.
Por
ello prefiero para el caso de Simes asociarlo con la “conquista de lo maravilloso”, término y tema tan bien analizado por
nuestro Aldo Pellegrini (el hombre mas lúcido que he conocido en lo que
respecta a creación artística). El sostiene: “que si en la antigüedad se utilizaba este término para señalar la
invención de seres fuera de las series naturales, esta concepción se ha
enriquecido notablemente en el mundo moderno y ha abandonado su ubicación en lo
quimérico, lo irreal, para situarse plenamente en la realidad: el espíritu del
hombre abandona su secreta habitación interior para acomodarse a la realidad
(estos significados de lo maravilloso revelan por una parte la acción de la
fantasía libre y también el espíritu en estado de descubrimiento. Cuando en lo maravilloso prevalece el factor
descubrimiento, parecería que el motivo exterior desempeña el papel fundamental
, pero en realidad constituye sólo un pretexto: el proceso se desarrolla
esencialmente en el sujeto; el estado de exaltación, de arrobamiento, el impulso
del espíritu hacia el objeto, da, en este caso, su verdadero sello a lo
maravilloso. El objeto representa tan solo el pretexto utilizado por el sujeto
en su necesidad de trascenderse.”
Esta
necesidad de trascender que Pellegrini
señala como característica fundamental de lo maravilloso es la marca fundamental de todo el quehacer artístico
de Jorge Simes, no lo abandona ni se pierde porque de lo contrario el objeto
deja de ser maravilloso. “Se petrifica y
se confunde con el mundo convencional, adquiere
la inmóvil trivialidad que caracteriza a los objetos de este mundo”.
El
autor de estos “caprichos” no corre este
riesgo: Simes siempre esta en la búsqueda de lo maravilloso.
Luis
Felipe Noé
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